LAOZÍ (Lao Tsé)
«Laozí: El libro del Tao»

Lao Zi: El libro del Tao[1]
INTRODUCIÓN
Intentaré resumir la-filosofía-del-sabio-chino-Laozi, sus coincidencias con el pensamiento occidental y con la teología monoteísta.
Hay que tener en cuenta que el taoísmo no sólo es filosofía. También es una religión. No obstante, no faltan estudiosos chinos que consideran la doctrina de Laozi como una filosofía materialista. Además, actualmente, el comunismo maoísta lo interpreta como un antecedente del comunismo chino actual y entiende muchos de sus textos en sentido comunista marxista.
Después de leer atentamente el Libro del Tao de Laozi, llego a la conclusión de que su pensamiento comunica con la tradición cristiana occidental en varios principios y de que Laozí es un sabio del que podemos aprender muchas cosas. En su doctrina se pueden destacar los puntos siguientes:
Tiene una visión negativa de la vida mundana. Enseña una huida del mundo sensible (fuga mundi), actitud importante en parte de la espiritualidad cristiana.
Como se verá más adelante, considera el conocimiento sensible mas bien como un obstáculo para llegar a la unión con el Tao, que es la meta a alcanzar. Al Tao sólo se puede acercar por el camino de la meditación, la humildad y la intuición mística. (Cap. X y XI).
-Laozi, observando el cambio permanente de todas la cosas y situaciones de la vida, intuye que detrás de esos movimientos está la ley de los contrarios y la entiende de manera muy parecida a la de Heráclito.
La aplica a todos los campos de la realidad natural y a todos los aspectos de la cultura: al campo de la moralidad, a la espiritualidad, a la política, a la economía, a la guerra, etc.
-Sorprende que un artículo muy reciente en el que se valora la actitud actual de China ante la guerra (piénsese en la guerra de Ucrania y en la tensión bélica de China con Taiwán) afirme que el Gobierno chino “no atacará primero, pero responderá, si le atacan”. Dice el articulista:
El pensamiento tradicional chino se basa en prevenir los conflictos
y obtener la victoria a través de otros medios.
Como ya escribiera el teórico chino de la guerra, Sun Tzu, hace más de dos mil años, las guerras se ganan o se pierden antes de celebrarse y el estratega astuto logrará su objetivo sin luchar. La guerra se considera un fracaso.
En el siglo XV, pese a que ya disponía de ella, el ejército chino renunció al uso de la pólvora como arma de guerra, y sólo volvió a ella en el XIX, ante la avalancha europea, que amenazaba con destruir el orden establecido en Asia Oriental.[2]
Y, ante la presión de jóvenes oficiales chinos, para que su gobierno tomara una actitud más agresiva con los Estados Unidos, el Gobierno de Xi Jinping los acalló rápidamente.
Esta reacción tiene perfecta lógica
en el pensamiento chino, que considera que un exceso en una cosa lleva a la contraria.[3]
Éste es precisamente el consejo que Laozí da al buen gobernante de su tiempo, como veremos más adelante.
En este ensayo se analizan los conceptos laozianos del Tao y del Te, la norma y virtud del no-actuar, las características del sabio taoísta, las del sabio gobernante y el arte de la guerra, la filosofía de los contrarios, la filosofía de la debilidad, Laozí y Heráclito, Laozí y la libertad.
El Tao
¿Ser Absoluto o Dios taoísta?
El Tao suele traducirse por “camino” o “vía”. Tiene, además, el sentido de “doctrina” y “método”.[4]
En el Laozi el ideograma de Tao nunca aparece traducido por la palabra Dios. Sin embargo, se le aplican todos aquellos atributos que se atribuyen a Dios en las religiones monoteístas.
Se dice repetidas veces que es el origen de todas las cosas[5]. No parece que tanga un carácter personal. El concepto de persona de la cultura occidental no tiene una traducción directa en el taoísmo de Laozi. El Tao aparece mas bien como un principio impersonal, fundamento de todo lo que existe.
Este atributo tiene mucho qué ver con el fundamento (arché) de los primeros filósofos griegos. En los títulos de la obras de éstos abunda el título De natura. En ellas domina la preocupación por determinar el fundamento último y la naturaleza de las cosas.
El Tao es el Ser Absoluto, a la vez trascendente a todas las cosas e inmanente a las mismas. Se trata de un Dios filosófico, que se puede considerar como equivalente al Motor Inmóvil de Aristóteles, pero concebido como Motor Móvil, origen de todo movimiento. El Tao es inmutable, pero no está estático. No sólo crea el movimiento de todo, sino que él mismo es movimiento en el sentido de que es energía o fuerza, parecido a como se entiende en la filosofía bantú africana.
Laozi lo describe en forma negativa, diciendo lo que no es, como hace el teólogo cristiano Dionisio Areopagita (Pseudo Dionisio) con su teología negativa. El Tao es inefable, innombrable, indeterminado. Es abstracción absoluta, es vacío. Su identidad es profunda y misteriosa[6]. Dice Laozi:
Hay una cosa confusamente formada,
Anterior al cielo y la tierra.
¡Sin sonido , sin forma!
De nada depende y permanece inalterada,
Se la puede considerar el origen del mundo.
Yo no conozco su nombre,
Lo denomino Tao[7].

…………………
El Tao es vacío porque está vacío de todas aquellas determinaciones que definen las cosas particulares. Es espíritu:
Se lo mira y no se lo ve,
Su nombre es lo invisible.
Se lo escucha y no se lo oye,
Su nombre es lo inaudible.
Se lo palpa y no se lo siente,
Su nombre es lo impalpable.
Los tres (nombres) son indescifrables[8]
Ante estos calificativos es difícil sostener una interpretación materialista del tao, como quieren algunos, incluido el autor de esta versión española, J. I. Preciado.
Es imprevisible, inmortal e infinito[9].
Todos estos atributos acentúan su trascendencia. El lenguaje humano no es capaz de expresarlo de forma afirmativa. Por eso, lo expresa negativamente y como un gran misterio[10].
El Tao es UNO, como lo es el Dios de la religiones monoteístas[11]. Es el Uno del sabio taoísta[12]. Es la unidad, origen de la multiplicidad, la raíz existencial de la que todo procede[13]. Es llamado “hembra misteriosa”, porque todas las cosas salen de él[14].
No solo es la unidad originaria, sino también la unidad al final del “camino taoísta”, la meta hacia la que debe caminar el sabio taoísta y la sociedad entera.
El Tao es presentado varias veces como Padre de todas las cosas. Si el tao no existiera, nada existiría[15]. La imagen del padre es atribuida a Ahura Magda por Zaratustra y, por Jesús de Nazarez, al Dios de los judíos, Yahvé. También el Zeus griego ers el padre de todos los dioses, lo mismo Odín entre los nórdicos.
Entre los filósofos chinos, algunos niegan que el Tao sea Dios para Laozi. Para otros, se trata de un Espíritu Absoluto, origen de todas las cosas, que se aproxima el concepto del Dios de las religiones.
Yo diría que por sus atributos lo conoceréis. Y los atributos que se le aplican son los mismos que se atribuyen a Dios en las religiones monoteístas abrahámicas y en otras muchas[16].
Algunos filósofos chinos hacen una interpretación materialista y atea del Tao[17]. Descartan la idea de creación, aunque el Tao sea el origen de todas las cosas. Dice Preciado que el Tao “sería para Laozi una realidad material caótica, confusión indeterminada que todo lo llena por estar en todas partes” [18] .
Sin embargo, se le aplican los atributos de omnipresente, infinito, espiritual, omnipotente, etc. Y esos son atributos que la religiones aplican a su Dios. También se dice que el marxismo es ateo, porque niega todas las religiones, pero luego crea sus propios dioses. Entre ellos está la diosa Materia a la que aplica todos los atributos que la religiones abrahámicas y otras muchas aplican a su Divinidad Suprema: La Materia marxista es creadora, omnisciente, omnipotente, omnipresente, etc.[19]. Es decir, es una verdadera diosa, a la vez física y metafísica. También diviniza a la Revolución, al Proletariado, al Partido y al Pueblo.[20]
Otra razón para interpretar el Tao de Laozi como Ser Absoluto y como Dios es el hecho de que de su doctrina se derivan varias corrientes religiosas taoístas, que sí lo consideran como el Dios Supremo.
La parte superior recogido anteriormente representa un rostro o cabeza. La inferior, un hombre caminando. El conjunto significa “camino”. El Tao es el camino del sabio taoísta.
La idea del Tao es anterior a Laozi. Está ya en la tradición más antigua de China. Tengo la impresión de que Laozí se enfrentó a un olvido u oscurecimiento del Tao en la sociedad de su tiempo y quiso redimirlo, para fundamentar sobre él toda una revolución contra el pensamiento político y religioso dominante.
Zaratustra se enfrentó al politeísmo de la sociedad persa y quiso rescatar al dios Ahura Mazda, construyendo sobre él una nueva religión monoteísta y pura. Jesús de Nazarez se encontró con un panorama muy parecido: una sociedad político-religiosa alejada de su Dios, Yahvé. También quiso rescatar su imagen, dando origen a la religión cristiana. Mahoma observó el politeísmo reinante en el santuario de la Meca. Entre sus dioses estaba Alá como dios principal, pero marginado entre los demás dioses. Mahoma, como Zaratustra y Jesús, lo rescató creando una nueva religión: el islám. Cabe preguntar si Laozi no se encontró con una situación similar y reaccionó de una manera semejante.
El Te.
Aplicado a las cosas no humanas es la naturaleza o sustancia de cada cosa. Son las leyes de la naturaleza que tienen su origen en el Tao.
Aplicado a la conducta humana es la virtud a la que están llamados los hombres y sus gobiernos. El Te es como la mano con la que el Tao interviene en todos los acontecimientos naturales y culturales.
Tao significa “camino” y Te, el recorrido de ese camino mediante las virtudes que Laozi describe en su libro.
La naturaleza por sí misma y de forma espontánea ya sigue ese camino, Sin embargo, el ser humano tiene la capacidad de seguirlo o no. Esto quiere decir que Laozi da por supuesto que el hombre, aunque es un ser bueno por naturaleza, es un ser libre con capacidad para seguir el camino del Tao o todo lo contrario.
Laozí parte de la observación y vivencia de la sociedad feudal en la que vive. La ve como una sociedad corrupta y tremendamente injusta, con división de clases sociales y una gran distancia entre ricos y pobres, entre amos y siervos o esclavos.
Dicho de otra manera, Laozi denuncia la presencia del bien y del mal en la sociedad humana, como sucede en todas la culturas y religiones. Y, si existe el mal, eso es obra del desarrollo de la cultura.
Más en concreto, el mal tiene su causa originaria en el surgimiento de la propiedad privada. Ésta es como el Pacado Original, que causó la pérdida de la sociedad ideal primitiva y trajo todos los males sociales subsiguientes.
Esa especie de Pecado Original trae consigo el desarrollo de la cultura. Con ella el hombre interviene en la marcha espontánea de la Naturaleza y crea toda clase de artificios para controlarla y manipularla.
En el caso del ser humano, la cultura deforma su naturaleza buena y espontánea y lo introduce en una sociedad deshumanizada y corrupta. La educación cultural es antinatural.
Este diagnóstico de Laozi lo comparte en parte nuestro filósofo J. J. Rousseau, para quien el hombre “es bueno por naturaleza”, pero la cultura inhibe su espontaneidad y encadena su libertad.
Para Laozí, el mal social y personal se resuelve retornando al espíritu del Tao, que estaba plenamente realizado en la sociedad ideal originaria (Paraíso Original taoísta).
Para ese retorno, se describen una serie de virtudes, muy similares a las de la mística cristiana y musulmana.
Como se dirá más adelante, son virtudes del sabio taoísta la piedad, la magnanimidad, la abnegación, la honestidad, la introspección, la inactividad y la resiliencia ante las dificultades del ambiente reinante.
La virtud del no-actuar
Uno de los aspectos más distintivos del pensamiento del taoísmo es el de no-actuar. Laozí lo repite en muchos de los capítulos de su libro, lo cual es señal de la importancia que le da.
El no-actuar es una norma que debe dirigir la acción del sabio taoísta, ya se trate de un individuo corriente, de un gobernante o de un jefe militar
Es importante puntualizar que el no-actuar (wu wei) no significa no hacer nada. Mas bien indica hacer las cosas de forma natural, sin forzar la naturaleza de las mismas con artificios, que modifican su tendencia espontánea. Los animales procrean de forma natural. Sin embargo, la biología moderna , con sus manipulaciones de la vida vegetal, animal y humana, es un buen ejemplo de lo que es contrario al no-actuar taoísta.
Actualmente se hormona a las semillas, se manipula los genomas de muchos animales como las gallinas, los terneros. En una palabra, se manipulan biológicamente los seres vivos con fines económicos. En este orden de actuaciones está también las piscifactorías y las granjas, los zoos y la exhibición de animales en los circos, etc. Todo esto va contra el principio taoísta del no-actuar.
Por eso dice Laozi:
Es propio del Tao del hombre
Hacer y no actuar.[21]
Este principio tiene mucho qué ver también con la tercera Ley de Newton sobre la mecánica clásica del movimiento: A toda acción se opone una reacción. En el fondo de lo que se trata es saber actuar ante las circunstancias y acontecimientos que se presenten. El sabio debe prevenir las consecuencias de su acción y evitar la reacción no deseada.
El sabio taoísta
El sabio taoísta es el que aplica a lo largo de su vida el principio del no-actuar. Por eso, nunca fracasa y alcanzará su meta, la unión con el Tao.
El sabio actúa, pero de nada se apropia,
Realiza su obra sin considerar su mérito.
De esa manera, no siente deseos de manifestar su talento.[22]
En el Cap. VII Laozi plantea los dos caminos (aunque no usa esa expresión) que puede seguir el ser humano en su conducta: la fama o la reserva de la propia persona; la riqueza o la dignidad personal; la ambición o la conformidad con lo que se tiene; la contención de sí mismo o el atrevimiento y la agresividad[23].
El sabio no es charlatán. Habla poco. No es ostentoso. Prefiere la modestia. No busca privilegios ni honores ni beneficios particulares.[24]
Siguiendo el principio del no actuar, el sabio “responde a la injusticia con la virtud”. Jesús de Nazarez dijo: “si alguien te golpea en una mejilla, ponle la otra”. Así el débil vence al fuerte. No busca hacer grandes hazañas. No busca lo fácil ni lo grande. Se fija en la pequeño y en lo difícil. Así lo encontrará todo fácil.[25]
El sabio dice siempre la verdad, aunque resulte desagradable o doloroso. No busca la erudición ni tener mucho, sino ser generoso con los demás:
Obrando para los demás, tiene cada vez más.
A la hora de resumir la esencia de su mensaje, lo concentra en sólo dos mandamientos, como hace después Jesús de Nazarez: Amor al Tao y amor al prójimo. Y, como dice San Pablo, ambos amores se identifican.
El hombre perfecto es el que logra la aniquilación de sus deseos. El no-desear le conduce a la contemplación de la esencia del Tao y a la esencia de la naturaleza humana, que consiste precisamente en no tener deseos. La búsqueda de fines exteriores movido por el deseo conduce al hombre alienado.[26]
Frente a la vida alienada está la vida auténtica y la fortaleza de la vida interior. En ella se renuncia a la individualidad como individualismo, para alcanzar la verdadera individualidad como generosidad y viviendo como miembro de una sociedad basada en el amor. En ella no existe el individuo, sino la sociedad.[27]
El sabio renuncia a las riquezas y los honores, tan buscados por la clase de los nobles y gobernantes de su tiempo.
Quien se enorgullece de sus riquezas y honores
Se atrae la desgracia.[28]
Hace una dura crítica a la clase dominante de su tiempo. Describe el contraste entre el lujo y el despilfarro de nobles y ricos frente a la miseria del pueblo trabajador.
La corte está corrompida;
Los campos abandonados;
Los graneros vacíos.
Ropajes lujosos,
Afiladas espadas al cinto,
Manjares hasta saciarse
Y riquezas sin cuento,
A todos ellos hay que llamarles jefes de bandidos.[29]
En el comentario de Ignacio Preciado a este capítulo se añade un texto del filósofo Huang Zi, también taoísta, que se podría aplicar a muchas situaciones de la política actual:
Al que roba una hebilla se le condena a la pena capital,
mientras que al que roba todo un Estado llega a ser señor feudal;
y, además, es en las moradas de éstos últimos donde se habla de bondad y rectitud.[30]
El sabio no se deja guiar por el conocimiento sensible (pide “cerrar sus puertas”, las de los sentidos) ni por la inteligencia ilustrada (“el saber no es la erudición”).[31]
En cuanto a la validez del conocimiento sensible hace una valoración muy similar a la de Parménides: es un conocimiento que no llega al ser de las cosas; y similar a la de Platón: no alcanza la Idea que las sostiene y trasciende
A primera vista se podría decir que Laozí propugna la ignorancia, pero nada más lejos de la realidad. Lo que enseña es lo que se podría llamar la ignorancia sabia. Se trata de no dejarse embotar por la experiencia sensible que nos aportan los sentidos corporales. Se trata también de no atiborrar nuestra inteligencia con ilustración y más ilustración.
Así se entiende cuando dice:
Conocer (sensible, superficial, exterior e ilustrado)
es no conocer (conocer profundo, que penetra en el interior),
He ahí la perfección.
No conocer es conocer,
De ahí el mal.[32]
Parte destacada de la sabiduría de Laozi es la Filosofía de la debilidad. La expresa muy bien en la metáfora del agua en movimiento:
Nada hay en el mundo más blando y suave que el agua,
Pero nada puede superarla en el combate contra lo duro y resistente.[33]
Es una bella forma de exaltar la debilidad aparente frente a la fortaleza evidente. También utiliza la metáfora del agua en reposo para resaltar la virtud de lo que está abajo, de lo inferior:
El hombre de bondad superior es como el agua.
El agua en su quietud favorece a todas las cosas,
Ocupa el lugar despreciado por los hombres,
Y así está cerca del Tao.[34]
Su humildad la lleva a ocupar siempre el fondo de los valles, lo de abajo o inferior, frente al deseo humano de situarse siempre en lo más alto, por encima de los demás, creando clases sociales superiores e inferiores, como sucedía en la sociedad china de aquel tiempo.
Laozí pone las figuras del niño y del recién nacido como ejemplos de lo que debe ser el sabio: destaca su sencillez, su espontaneidad, su sinceridad, su debilidad, etc. Son imágenes que expresan muy bien la filosofía de la debilidad tan importante en el pensamiento de Laozí.[35]
Con la imagen del “recién nacido”, que es , como se dice en Occidente, tanquam tabula rasa, rechaza el saber erudito con el que se distorsiona su simpleza natural.[36]
Laozí y Rouseau harían, sin duda, una buena amistad defendiendo la bondad natural originaria del ser humano y denunciando los riegos de desnaturalización del niño a medida que avanza su inmersión en la cultura ambiente a través de la educación.
El sabio gobernante
y el arte de la guerra
Aunque el ideal para Laozí es la sociedad sin gobierno, dedica varias reflexiones sobre cómo debe ser un buen gobierno.
Son muchas las referencias que Laozí hace a la forma de gobernar un país. Le aplica el principio general de su pensamiento del no-actuar.
En primer lugar, hay que decir que reduce al mínimo la actividad de un buen Gobierno. Cuanto menos intervenga en la vida de los ciudadanos mejor. Se podría decir que tiene una visión anarquista del mismo. Un gobierno intervencionista es inútil, dice.
Quiere un gobierno que deje hacer y que la espontaneidad del pueblo resuelva los problemas. Con el no-actuar se conquista el mundo:
Por eso dice el sabio:
Yo practico el no-actuar,
Yo prefiero la quietud,
Y el pueblo se corrige por sí mismo;
Yo no me ocupo de ningún asunto,
Y el pueblo se enriquece por sí mismo;
Mi deseo es no tener deseo,
Y el pueblo se hace sencillo por sí mismo.[37]
El origen del Estado tuvo lugar cuando en la sociedad ideal originaria apareció la propiedad privada. De ella se siguió la división de clases y la división del trabajo. Esa nueva situación trajo consigo la necesidad de un Gobierno en manos de la clase dominante y de unas leyes para conducir y disciplinar la vida del pueblo.[38]
El Gobierno deriva en la tiranía que, por la ley de contrarios, provoca la rebeliones y revoluciones.
Describe cómo debe ser la actuación del gobernante sabio en los siguientes puntos:
-Su objetivo debe ser el retorno a la sencillez de la sociedad ideal originaria, que carecía de toda forma de Gobierno.
-Para ello, debe aplicar el principio del no-actuar:
El Buen jefe militar no tiene aspecto fiero,
Un buen guerrero no hace alarde de su fuerza,
Un hábil vencedor de su enemigo no entabla con él combate,
Quien sabe utilizar a los hombres se sitúa debajo de ellos.
Esto se llama virtud del no-luchar.[39]
-Debe, por tanto, dejar que se desarrolle la espontaneidad natural del pueblo[40]
– Laozí rechaza, por principio toda forma de guerra militar. Sin embargo, para el caso de que sea inevitable, describe con detalle cómo debe actuar el sabio gobernante en cuanto jefe militar. Sus consejos más destacados son:
-No actuar el primero o no provocar él la guerra (principio del no-actuar). Esperar a que el otro actúe y observar su comportamiento. Dice el traductor y comentarista Ignacio Preciado:
Desde el punto de vista de la estrategia militar se recomienda, en primer lugar, comenzar adoptando una táctica pasiva, no tomar nunca la iniciativa; dejársela al adversario para que descubra sus puntos débiles, mientras nosotros, con nuestra pasividad, ocultamos la fuerza propia.[41]
-Mostrarse más bien débil ante su agresividad y poder (filosofía de la debilidad).[42]
-Al entrar en guerra, retirarse en un principio, para que el enemigo crea que tiene la guerra ganada y se confíe en esa situación engañosa. Utilizar siempre la táctica del engaño.
-Atacar por sorpresa, cuando el enemigo ya no le espera.
-No menospreciar nunca al adversario.
No hay mayor desgracia que despreciar al enemigo.[43]
-El gobernante no debe modificar las leyes a la ligera.[44]
-En resumen: Todo irá bien en la sociedad, si el gobernante gobierna conforme al Tao.
Filosofía de los contrarios
Para Laozí, todo lo que existe empieza a existir dialécticamente:
Las cosas del mundo nacen del ser,
Y el ser nace del no-ser.[45]
El no-ser es el Tao, pero su no-ser no es la nada. Es una nada muy concreta, que se refiere a toda la realidad sensible. Se puede decir que lo visible procede de lo invisible, lo que tiene forma procede de lo que no tiene forma, etc. El Tao no es nada de lo que forma parte del mundo material. Todo procede del Tao en último término, que en sí mismo es lo que existe más realmente y, a la vez, es un gran misterio[46].
Se trata del primer paso dialéctico de la realidad. Y toda ella evoluciona dialécticamente.
Esta dialéctica entre el no-ser y el ser la expresa Laozí con tres ejemplos: El del carro, el de la vasija y el de la casa. En los tres se combina su ser (la estructura material de cada uno) y su no-ser: el vacío en el interior de cada uno. En su vacío está precisamente su utilidad o disponibilidad para ser usado.[47]
Por otra parte, hay que aclarar que ese proceso dialéctico no es necesariamente un progreso, sino mas bien un retorno (regreso) a la realidad ideal originaria: al Paraíso Perdido. [48]
La ley de los contrarios es la ley de la Naturaleza, que Laozí expresa con esta palabras:
Todo el mundo sabe considerar bello lo que es bello,
Y así aparece lo que es feo.
Todo el mundo conoce lo que es bueno,
Así es como aparece lo que no es bueno.
Ser y no-ser se engendran mutuamente,
Difícil y fácil se producen mutuamente,
Largo y corto se forman mutuamente,
Significado y palabra se armonizan mutuamente,
Delante y detrás se siguen mutuamente,
Es la Ley de la naturaleza.[49]
Y todo seguido aplica esa dialéctica a la conducta del sabio. De esa visión dialéctica saca principios para la acción concreta de cada persona de cara a alcanzar el éxito: si quieres llegar a algo comienza por su contrario. La ley de los contrarios no es sólo una ley de la naturaleza. Afecta de lleno a la conducta humana. Basta ver las contrariedades entre la conducta del sabio y la del hombre mundano. Afecta también a las instituciones y de manera muy visible a la forma de Gobierno. Laozí contrapone repetidas veces el Gobierno intervencionista en la vida de los ciudadanos y el Gobierno difuminado o no-Gobierno.[50]
Es éste un principio muy difícil de combinar con la doctrina real del comunismo maoísta con su implacable dictadura, como quieren algunos comentaristas de Laozí. No obstante, es verdad l visión marxista de la historia humana empieza por un Paraíso Original comunista y que profetiza un Paraíso Comunista al final de los tiempos en el que no habrá Estado por ser innecesario.[51] La estructura de la historia en uno y otro tiene puntos comunes, pero sus contenidos concretos son muy diferentes, incluso incompatibles.
Laozi y Heráclito
Son contemporáneos entre sí. Ambos existieron en los siglos VI-V a. C. Hay una gran similitud entre el Tao de Laozí y el Logos de Heráclito.. La lucha de contrarios no es un mal en la existencia de las cosas. Al contrario, es esencial a ella misma y lo es desde su origen. No es algo opuesto a la unidad del Uno (ya sea el tao o ya sea el Logos), sino que es esencial al ser mismo del Uno.

………………
El Logos, como el Tao, “es la ley universal inmanente a todas las cosas, que sujeta a todas las cosas en una unidad y determina el constante cambio del universo”.[52] Es su fundamento último y es Uno. Como con el Tao, no se puede decir que tenga un carácter personal.
En ambos, los contrarios están en lucha permanente. Según Heráclito,
conviene saber que la guerra es común a todas las cosas y lucha es la justicia,
y que todo se engendra y muere mediante lucha.[53]
Como sucede con el Tao, el Logos es susceptible de ser interpretado como Ser Supremo o Dios. De hecho, el taoísmo de Laozi derivó en varias corrientes religiosas.
Se podría destacar otras similitudes y también diferencias, pero no es el objetivo de este trabajo.
Laozí y la libertad
En la versión del Libro del Tao que utilizo no se traduce en todo el texto ningún ideograma chino por el concepto de libertad o que destaque al hombre en cuanto ser libre.
Sin embargo, es un supuesto sin el cual toda la doctrina de Laozí perdería su sentido. El Te y todo el desarrollo que hace sobre la virtud se apoyan en el supuesto de que el hombre es un ser libre. Y, porque es libre, puede hacer el bien o el mal.
El problema del bien y del mal está presente en prácticamente todos los capítulos del libro. El hombre, porque es libre, puede seguir el camino del Tao y el camino contrario. Puede luchar por conseguir el poder político, el poder de las riquezas, un conocimiento sensible que emborracha los sentidos, una ilustración vana. Puede escoger el camino de lo inútil, de la soberbia, de la ambición y de la vanidad. Dice Laozí:
Quien se pone de puntillas no se mantiene de pie.
Quien se exhibe no destaca,
Quien de sí hace ostentación no brilla,
Quien se ensalza carece de méritos,
Quien se enaltece no dura mucho tiempo.
Desde el punto de vista del Tao,
Todo esto es:
<<restos de comida, cosas inútiles>>.[54]
Este precioso texto de sabiduría recuerda aquel dicho del Eclesiastés bíblico que dice:
Mataiotes mataiotetos kai panta mataiotes.
“Vanidad de vanidades y todo vanidad”.[55]
O puede escoger el camino de la virtud. Son muchos los textos en los que Laozí describe este camino. Uno de ellos dice:
No se exhibe y por eso destaca,
No hace de sí ostentación y por eso brilla,
No se ensalza y por eso tiene méritos,
No se enaltece y por eso dura mucho tiempo.[56]
Conclusiones
Lo positivo que yo veo en la doctrina de Laozí
Destaco su valoración de la vida interior de las personas. Es importante su denuncia de la alienación en la vida de los sentidos y en la predominancia de la ilustración en la educación dominante en su tiempo. Posiblemente, algo parecido a lo que sucede hoy día en Occidente con tanta información de los medios actuales de comunicación. Muchos de nuestros jóvenes y no tan jóvenes están atiborrados de información, con nula vida interior y poca capacidad de análisis crítico sobre el ambiente cultural que les rodea.
Los valores humanos que propugna Laozí son de permanente actualidad: humildad, sencillez, religiosidad, solidaridad con los más necesitados, resiliencia, espíritu crítico, etc.
Habría que felicitarle por el valor que tuvo de enfrentarse a los poderosos de su tiempo y proponer un camino de realización del hombre, tanto individual como social, opuesto al que era dominante.
Su libro traza toda una cosmovisión que abarca a Dios, al hombre y a la Naturaleza. Se trata de una visión global de toda la realidad.
Es un libro imprescindible para entender la historia de China por la enorme influencia que ha tenido y sigue teniendo en su cultura hasta nuestros días.
Su preferencia por los socialmente inferiores, los despreciados, los siervos y los pobres en general, es una actitud plenamente concordante con el Evangelio de Jesús de Nazarez.
Lo que parece criticable o menos defendible
Parte de un supuesto que, cuando menos, es bastante confuso: el de que el hombre es naturalmente bueno. Es éste un tema sobre el que se dan distintas doctrinas. Para la teología católica, el hombre es creado naturalmente bueno, pero con la capacidad de hacer el bien o el mal porque es libre. Su primer mal uso de su libertad tuvo lugar, según la Biblia, en el Paraíso Original; allí cometió el Pecado Original del que se derivan todos los males de la sociedad. Desde entonces y por efecto de ese pecado su naturaleza quedó dañada. Por eso, su naturaleza es buena y mala a la vez. Es una naturaleza dañada.
Para la teología protestante, tras el Pecado Original, el hombre quedó con una naturaleza totalmente corrupta. Por sí misma sólo puede hacer el mal. Sólo con la ayuda de Dios puede hacer el bien.
Hay una tercera opinión: el hombre por su naturaleza no es ni bueno ni malo. Simplemente nace con la capacidad de llegar a ser libre y, por tanto, de hacer el bien o el mal. Esa libertad podrá ser orientada mediante la educación cultural.
Sólo esa libertad puede explicar satisfactoriamente por qué surgió en aquella sociedad ideal el mal original: la propiedad privada y todo el mal social que Laozí denuncia.
Su ideal de alcanzar una naturaleza humana desprovista de todo deseo parece antinatural. Al final le pasa como a Descartes: quería alcanzar una situación mental de certeza absoluta sobre algo de lo que no pudiera dudar y se encontró con que podía dudar de todo menos de que estaba dudando.
A Laozí le pasa algo parecido. Cuando dice que el hombre perfecto es aquél que está desprovista de todo deseo y que es el ideal a alcanzar, se encuentra con que ya está deseando algo: deseo de no tener deseos. No puede evitar el deseo de no desear nada.
Por otra parte, un ser humano absolutamente desprovisto de todo deseo ya no sería un ser humano. Parece mucho más realista conducir al hombre hacia un autodominio, un control de sus inclinaciones, como el mismo Laozí también propone, pero no se trataría de anular esas fuerzas espontáneas, sino de conducirlas hacia el bien.
Teniendo en cuenta que el hombre es naturalmente libre, su doctrina sobre la sociedad ideal a la que quiere retornar, llevada al extremo provocaría un anarquismo total, que traería consigo todo lo contrario de lo que busca: una sociedad totalmente ingobernable. Esa ingobernabilidad haría inhabitable esa sociedad, por muy espontánea que fuera. Volver a un ser humano, que supuestamente es naturalmente bueno y que en su estado natural no desarrollaría el mal, puede ser incluso antinatural, porque supondría llegar a un ser humano sin libertad.
Su ideal de Gobierno es el no-Gobierno, a semejanza de la sociedad originaria, no es armonizable con el hecho de que el ser humano es naturalmente libre. Sólo esa libertad puede explicar por qué se autodestruyó aquella sociedad ideal.
Por otra parte y de acuerdo con la doctrina de los contrarios, el Gobierno que dirige la sociedad es inevitable, aunque sólo sea por esa ley laoziana de los contrarios. A una sociedad perfecta y sin Gobierno sucederá dialécticamente otra corrupta y con Gobierno. A no ser que, como dice la doctrina marxista, en la sociedad final (Paraíso Final Comunista) se cierra el proceso dialéctico que rigió toda la historia humana hasta ese momento.
5 de octubre de 2022.
[1] Lao Zi: El libro del Tao, Ediciones Alfaguara. Madrid 1983. Traducción de J. Ignacio Preciado. Escribiré Tao (“camino”) con mayúscula, aunque en esta traducción se escribe dao con minúscula. Laozi o Lao Tsé es “viejo maestro”. El título de su libro en chino mandarín es Tao (“camino”) Te (“virtud”) King (ching o Jing, “libro”).
Se trata de un libro oracular, sapiencial y moral. Es también un libro de filosofía y cosmogonía. Su autor Laozi es uno de las más destacados filósofos en la historia de la filosofía china y de corrientes religiosas, que llegan hasta nuestros días.
Laozi podría ser contemporáneo de Confucio, aunque su momento histórico no está claro. Unos lo ponen en el siglo VI a. de C. y otros en el IV.
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[2] J. A. M.: “Las ocultas garras del dragón: El Poder nuclear de China”, en la revista Defensa, Nº. 533, (septiembre, 20022), p. 54.
[3] A, c. p. 55.
[4] La palabra tao se usa también en la doctrina de Confucio y en el budismo zen del Japón, pero con matices diferentes.
[5] Cfr. Caps. II, III, IV, XLV,
[6] Caps. XIX, LXV.
[7] Cap. LXIX.
[8] Cfr. Cap. LVIII.
[9] Cap. L y p. 268.
[10] Cap. XLV.
[11] Cap. II,
[12] Cap. LXVII.
[13] Cap. XLV.
[14] Cap. L y p. 218.
[15] Cap. LXV y p. 234.
[16] Cap. XLVIII y p. 2116.
[17] Cfr. Cap. LXIX y p. 238.
[18] Se comenta que ese origen es como una evolución en la que van apareciendo los distintos seres . Esta idea se parece al concento de emanación del neoplatonismo, que sin embargo, es profundamente religioso.
[19] Cfr. J. Avelino de la Pienda: El panteón de los dioses marxistas, vol. I. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Oviedo. Oviedo 1992.
[20] Cfr. J. Avelino de la Pienda, o. c., vol. II.
[21] Cfr. Cap. XXXI.
[22] Cfr. Cap. XLII.
[23] En realidad, desarrolla la doctrina de los dos caminos que también propuso Zaratustra, y que pasó al judaísmo, al cristianismo y al islám.
[24] Cfr. Cap. XIX.
[25] Cfr Cap. XXVI
[26] Cfr. P. 213.
[27] Cfr. Cap. LI y p. 219.
[28] Cfr. Cap. LIII y p. 221.
[29] Cap. XVI y 181.
[30] I. Preciado, o. c., p. 182.
[31] Cfr. Cap. XV y p. 181. Cap. XXXI
[32] Cfr. Cap. XXXVI y p. 203. La expresión “no conocer es conocer” sólo es acorde con el contexto, si se entiende así: el no conocer interior es el verdadero conocer, y esa identificación es causa del mal.
[33] Cfr. Cap. XLIII.
[34] Cfr. Cap. LII.
[35] Cfr. Cap. XVIII.
[36] LXIV y p. 233.
[37] Cap. XX , XXI y XL.
[39] Cap. XXXIII y p. 201.
[41] Cap. XXXIV, p. 201.
[42] Cfr. Cap. XXXIV
[43] Cfr. XXXIV y p. 201.
[44] Cfr. Cap- XXIII y p. 189.
[45] Cap. IV y p. 170.
[46] Cfr. Cap. XLV.
[47] Cfr. Cap. LV y p. 222s.
[48] Cfr. Cap. XLIX. Parece que Laozí tiene una visión circular del Gran Tiempo, aunque no está muy claro que sea así. Sobre las tres formas de concebir el Gran Tiempo, que rigen en las distintas culturas de la humanidad véase . Jesús Avelino de la Pienda: Los mitos del Gran Tiempo. Edit. BIBLIOTECA NUEVA. Madrid, 2006.
[49] Cap. XLVI
[50] Cfr. Cap. XXI y p. 187.
[51] Cfr. Jesús Avelino de la Pienda: Paraísos y utopías. Una clave antropológica. Ediciones Paraíso, Oviedo 1996, pp.151-161.
[52] Cfr. Copleston, o. c., p.55.
[53] Frag. 80. Omnia fieri secundum litem. Cfr. F. Copleston: Historia de la Filosofía. Vol. I, p.53.
[54] Cap. LXVI.
[55] Libro del Eclesiastés, 1,2-11: ¡Vanidad de vanidades, dice Qohelet; vanidad de vanidades, todo es vanidad! “Vanidad”, se refiere a lo que es hueco o carente de todo contenido sustancial o importante. Lo vano aquí está relacionado con la arrogancia, la autosuficiencia, el engreimiento, etc.
[56] Cap. LXVII. También Zaratustra enseña la doctrina de los dos caminos a los que denomina camino de la Verdad y Camino de la Mentira. Luego, los judíos desterrados en babilonia introdujeron esta doctrina en el judaísmo cunado volvieron a Israel. Posteriormente pasa al cristianismo.