EL ASTURIANU NO TIENE FUNDAMENTO VITAL

EL «ASTURIANU» NO TIENE FUNDAMENTO VITAL ¿Asturianu o chapucear castellano? II

Ante el rumor de que el nuevo gobierno socialista del Principado de Asturias pretende hacer lengua oficial el asturianu quiero presentar una muestra más del carácter artificial de esa pretendida lengua. El asturianu no tiene fundamento en las realidad actual de Asturias. Es una mezcla arbitraria de bables y castellano. Conlleva un coste económico importante para todos los asturianos. Sólo obedece a intereses políticos y económicos de unos pocos.

Expondré una muestra de cómo los bables se van quedando sin contenido y, por tanto, también ese invento del asturianu, que nos quieren imponer y que se está llevando un importante pellizco de los impuestos que pagamos todos los asturianos.

El lenguaje de los bables está íntimamente ligado a la vida rural de tiempos pasados, que desaparecen ante la radical transformación actual. Asistimos a un cambio de la cultura rural que no se veía desde hace miles de años. Herramientas como el llavieu ya lo usaban los egipcios y los babilonios y estuvo vigente hasta hace pocos años.  Actualmente ya sólo quedan algunos ejemplares en los viejos tendejones de las casas rurales y en algunos museos.

La terminología ligada a la estructura y a las funciones de esa herramienta desaparece con la herramienta misma. Y eso sucede hasta tal punto de que ese lenguaje ya no lo conocen ni siquiera los jóvenes que permanecen en el campo. Escojo dos instrumentos claves de esa cultura rural que desaparece: el llavieu y el gadaño

El llavieu fue una herramienta fundamental que determinó la economía de nuestro pasado asturiano. En torno al llavieu y sus auxiliares tenemos los términos siguientes: llabrar, echar cuchu al riegu, gradar, estarronar, espalucar, sallar, arrendar, espicar el maíz, coyer el trigo, goxu, goxa, focete, mesories, fesoria, picón, etc. Todos están ligados al llavieu, a sus funciones y a otras herramientas complementarias como la grade, el mazucu, la espalucona con sus tres funciones: espalucar, sallar y arrendar.

 

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El llavieu o arado romano plasmado en un mosaico del siglo I a. de C.

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Lo mismo sucede con los nombres de las distintas partes del llavieu: la cabeza, la rabera, el timón con su clavija y su sechoriu, les oreyes, la rea, y las funciones de cada una de esas partes. Hoy ya sólo quedan algunos ancianos que puedan recordar esas palabras.

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El llavieu, símbolo de una cultura rural que desaparece junto con su lenguaje.

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A esto hay que añadir el conocimiento de los momentos del año en los que se realizaban esas tareas y a los que iba ligado el lenguaje correspondiente y gran cantidad de refranes.

Un segundo ejemplo muy significativo es el caso del gadañu (guadaña) y el rozón. Sus marcas dominantes eran la de Dos Liras, la del Austriaco, la de la Bellota y la del Toro. Esta herramienta está a punto de desaparecer por completo y con ella toda la terminología ligada a su estructura (el paño, la costilla, el gatu -para reforzar la costilla-, el pie, el estil con sus dos manías y   la vela con su cuña o pina) y a sus funciones (segar, como función específica del gadañu), así como las herramientas complementarias: el zapicu (varios modelos) con la piedra de afilar (varias marcas); el garabatu y sus función de pradiar; la pala-dientes y sus funciones de esbarallar, aborregar y embalagar, recoger la hierba, aparte de otras muchas. Estas herramientas se utilizaban mucho en el trabajo de la hierba seca y del segao (hierba en verde). La hierba seca tiende a desaparecer, porque es sustituida por distintas formas de ensilar. La labor de la hierba en verde era diaria; se carretaba en goxas a hombros o en un carro tirado por una pareja de bueyes o vacas o en un burro o caballo sobre el que se montaba un aparato con parigüeles,; esa labor también desaparece.

El-gadañu-y-sus-complementos EL ASTURIANU NO TIENE FUNDAMENTO VITAL
El gadañu y sus complementos. Ya quedan pocos que lo sepan cabruñar, afilar y segar con él.

Como estos casos del bable central se podrían poner cientos más. Pero baste para demostrar cómo ese amasijo del asturianu ya no tiene fundamento en la realidad actual de Asturias. Mezcla bables arbitrariamente, castellano “asturianizado” y algún que otro invento. Una mescolanza que resulta ridícula al oír a locutores de la TPA y la radio practicarla como queriendo darnos a los asturianos lecciones de una verdadera lengua. Hablan un mal castellano mezclado con palabras bables tomadas de uno u otro bable según reglas creadas por la Academia de la Llingua.

Otro ejemplo muy significativo es la profunda transformación de la casa familiar. Desaparece la casa familiar autosuficiente, que producía casi todo cuanto necesitaba para su vida ordinaria. Esa autonomía económica de la casa familiar rural obligaba a cultivar todo aquello que necesitaban para la vida cotidiana. Un dato muy significativo es el de que algunas casas tenían su propia fragua para hacer sus propias herramientas de hierro. No se compraban. También había herreros que trabajaban en los pueblos para los vecinos, etc.

Pues bien, nuestros bables se desarrollaron en torno a toda esa actividad rural que hoy ha desaparecido casi por completo. ¿Qué sentido tiene empeñarse en seguir hablando su lenguaje? Es verdad que se desarrolla otra parte de ese lenguaje en otras relaciones humanas, pero también es verdad que esas relaciones ya no son las que eran. Han desaparecido los lavaderos públicos de los pueblos, los bares como lugar de encuentro, las salas de baile, las romerías, y multitud de otras fiestas populares, las pistas de baile, muchos de los juegos como el batiente y tantos otros. El campo evoluciona y se moderniza. Los asturianistas parecen vivir al margen de esa evolución y, para colmo, se autoproclaman progresistas. Podríamos imaginarnos a un cangrejo progresista y que, sin embargo, sólo sabe caminar hacia atrás o de lado, pero no de frente.

También se podría decir que los bables se desarrollaron en las villas y pequeñas ciudades de tiempos lejanos. Pero no hay que olvidar que la vida y el lenguaje de aquellas villas y ciudades estaban muy condicionados por la gran predominancia de la vida rural. Quienes iban a los mercados a vender sus productos eran los del campo. En los mercados y plazas se hablaban los bables de los campesinos que acudían. Hay los que quedan van a la ciudad a comprar lo que necesitan en grandes concentraciones comerciales abastecidas por grandes industrias, que imponen su propio lenguaje, que ya nada tiene que ver con el que había en los pueblos.

El verdadero lenguaje nace pegado a la vida y a sus necesidades. Eso explica por qué hay distintos bables en Asturias. cada uno responde a una zona determinada con su entorno natural y sus formas propias de vivir.

Por otra parte, tampoco es tan grave el que esos bables tiendan a desaparecer. Es ley de vida. El latín desapareció transformándose en diversas lenguas más acordes con los tiempos.

Pero el asturianu no es una transformación de nuestros bables. Es un amasijo completamente artificial hecho por ciertos filólogos, que se autoconsideran los verdaderos “sabios” de ese artificio.

Hoy las familias que siguen en el campo ya se especializan en uno o pocos tipos de producción. Además, ya no sólo producen para el consumo familiar, sino que se convierten en industrias de economía primaria y venden la mayor parte de sus productos. Piénsese, por ejemplo, en las centrales lecheras.

La nueva economía rural aplica un lenguaje para el que los bables ya no tienen recursos lingüísticos.  ¿Cómo se diría “tractor”, “rotovator”, “remolque”, “aspersor”, etc, en bable o asturianu? ¿Cómo se diría avión en bable? ¿Cómo se diría en el asturianu? ¿Diríamos acaso “páxaru que vola”?

La nueva tecnología en sus infinitas aplicaciones conlleva todo un cúmulo de nuevos términos que el asturianu no tiene más remedio que aplicar sin que tengan nada que ver con la terminología bablista.

Ese asturianu de oficina llega fuera de tiempo a la modernización del viejo mundo rural, un mundo que desaparece para dejar paso a una nueva época marcada por una nueva economía con su lenguaje propio.

Por tanto, la conclusión parece clara: no necesitamos el asturianu para nada. Es una causa que no tiene justificación, a no ser para el beneficio económico y político de unos pocos.

Y eso, a pesar de sus “sabios”, que tachan de ignorantes a quienes no comulgamos con sus ideas asturianistas. Y ahora, para colmo utilizan a niños para hacer su propaganda.

Con este invento, pasito a pasito, los asturianistas se van aupando en las instituciones asturianas con la anuencia de ciertos políticos, que tienen miedo a perder unos pocos votos de las izquierdas que promueven este artificio lingüístico. Quieren aparecer como los defensores de la verdadera Asturias cuando en realidad la impresión que dan es de un paletismo enjuagado de ciertas prebendas políticas y económicas. Todo ese dinero que les asigna nuestro gobierno autonómico cuánto mejor iría para mejorar nuestra sanidad o para hacer más efectiva la Ayuda a la Dependencia, por decir algún destino un poco más justo.

No es justo que todos los asturianos estemos pagando impuestos para beneficio de unos pocos y para una causa que lejos de enriquecer nuestra cultura está bloqueando su desarrollo. ¿De qué le sirve a un niño aprender ese asturianu que no le va a abrir puerta alguna en su futuro? Esas horas que emplean los profesores de Magisterio en enseñar este invento les vendrían muy bien para aprender mejor el castellano o el inglés u otra lengua viva y con más proyección de futuro.

Y ahora que lo quieren hacer oficial van a gastar miles de euros en impresos, en toda clase de rotulaciones, en documentos, etc., a imponerlo como condición para llegar a puestos de la administración, a enchufar a asturianistas para esos puestos, a gastar dinero en cambiar o duplicar toda clase de letreros públicos en las carreteras y en los edificios públicos, etc., etc.

El pasito siguiente, como si nada fuera, será convertir el invento del asturianu en la lengua oficial principal relegando el buen castellano. Nuestros jóvenes y no tan jóvenes irán por el mundo chapuceando castellano, para asombro de la gran mayoría de los españoles y de muchos millones de americanos.

Se montará un tinglado para promover el asturianu fuera de Asturias, como hacen los catalanes y no faltará quien proponga embajadas paralelas con esa finalidad. Y una vez que ya tengamos una lengua propia adueñada de toda nuestra administración, seguro que tampoco faltarán quienes propongan la independencia de Asturias.

La cortedad de algunos políticos no les permite ver el proceso que ya se ha seguido en la promoción de este invento ni los enormes gastos con los que se carga a los asturianos ni las consecuencias de todo tipo cultural que una lengua tan artificial como el asturianu puede acarrear para el futuro cultural de Asturias. O tal vez lo hagan porque tienen intereses personales o ideológicos en ello. El asturianu impuesto como lengua no aporta riqueza cultural alguna. Lo que aporta es confusión entre los bables originarios y el castellano y roba mucho tiempo a otras asignaturas en los colegios.

¿Se aprovechan las vacaciones del verano para meternos un gol a todos los asturianos con los que nunca se ha tenido en cuenta para ir metiéndolo en los colegios y en otras instancias de la administración?. La imposición del asturiano como lengua oficial sólo es una imposición cargada de intereses políticos y de reparto de prebendas para quienes lo promueven.

Es indignante. Tiene todas las apariencias de un atropello de nuestras tradiciones. Se sirven de ellas para sus objetivos utilizándolas como fundamento de un artificio de lengua que se está quedando sin fundamento.

Los asturianistas parecen desconocer que las lenguas nacen de la vida y no de las academias.

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