CELIBATO Y FAMILIA. INCOHERENCIAS DE LA IGLESIA CATÓLICA

Vaticano CELIBATO Y FAMILIA. INCOHERENCIAS DE LA IGLESIA CATÓLICA
La ley del celibato en la Iglesia Católica ha dejado de tener sentido y se ha vuelto contraproducente. Los casos de pederastia y la escasez de vocaciones tanto sacerdotales como de monjas y frailes la denuncian.

Día de la familia en Occidente

2 de enero de 2018

Matrimonio y familia en la Iglesia Católica

Lay del celibato

 La Iglesia se erige en la gran defensora de la familia. Es decir, de la familia concebida al estilo occidental cristiano. Y es que cada cultura tiene su forma de concebir el matrimonio y la familia. Eso lo deja bien claro la Antropología Cultural.

Me parece muy bien que la Iglesia defienda su forma de familia. Fue y sigue siendo mi forma de familia: la de mis abuelos, la de mis padres, la que yo formo con mi mujer y mis hijos, y deseo que ellos formen también así sus propias familias.

Sin embargo, tengo que reprochar a la Iglesia Católica importantes incongruencias. Durante siglos despreció teológicamente a la familia defendiendo que el celibato es una forma de vida cristiana esencialmente superior al matrimonio y, por tanto, a la familia, obra del mismo Creador. El celibato va contra la Creación. Es antinatural. Es una simple ley eclesiástica muy particular.

Ese desprecio teológico del matrimonio y la familia tuvo varias fases. En un principio se declaró pecado todo acto sexual dentro del matrimonio que no fuese dirigido a la generación de los hijos. El matrimonio tenía que aceptar todos los hijos que le viniesen de sus relaciones sexuales. En un segundo paso se declaró al matrimonio como esencialmente inferior a la vida celibataria. Esto fue recogido en el Concilio de Trento. En un tercer paso, en el Concilio Vaticano II, se declararon ambas formas de vida como de igual perfección. Sólo falta ahora que se dé un cuarto paso en el que se declare como una forma de vida humanamente más completa la vida matrimonial y familiar. Seguro que se acabará la escasez de vocaciones sacerdotales.

Es muy frecuente en las relaciones entre jerarcas y fieles el uso del «sí padre, no padre». Y, si se trata de mojas, el «sí madre, no madre». Evidentemente se da un sentido espiritual a estas expresiones. Sin embargo, no sería muy descabellado pensar que también se trata de una forma de compensar la paternidad y la maternidad reales.

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Donde hay familia hay vida, dolor y felicidad. La creación continúa su marcha: Padres, hijos, nietos, …

Por otra parte, ha fomentado una verdadera marginación de la mujer en la vida familiar y el dominio absoluto del marido. La esposa fue durante siglos una verdadera esclava, con muchos deberes y muy pocos derechos. Y todo ello, a pesar de que en el rito matrimonial se dicen refiriéndose al esposo: “Te doy a fulanita por esposa y no como esclava”.

Condenó durante siglos a los llamados hijos naturales. Los marginó socialmente y estigmatizó a la madre de por vida. Sin embargo, fue muy complaciente con el supuesto “padre natural”.

Hoy se queja mucho de que no tiene vocaciones sacerdotales. Su dura cerviz no le permite ver que los nuevos tiempos ya no están por el celibato.  No es consciente de que ya es hora de que vaya pasando el testigo de los los clérigos a padres y madres de familia. Que el celibato nunca perteneció al mensaje del Evangelio. El que quiera ser célibe, que lo sea, pero que no sea por imperio de la ley.

Si a todo eso añadimos lo recientes escándalos de sacerdotes, obispos y cardenales pederastas, parece que ya es hora de que la Iglesia Católica dé ese paso en la eliminación de la ley del celibato.

Estoy plenamente de acuerdo en la defensa de la vida que está llevando a cabo en contra del fomento del aborto, que hacen ciertas izquierdas despreciando con sofisticados argumentos la vida de los no nacidos. Les preocupa mucho la extinción de especies animales y plantas, pero no les importa matar a niños concebidos y no nacidos. De acuerdo en que hay casos de concebidos que por su propio bien y el de su madre vale más que no lleguen a nacer. Pero de ahí al aborto libre hay mucho trecho.

Por otra parte, si tan importante es la familia para la Iglesia Católica, no le vendría nada mal que diese ejemplo de esa vida familiar, que predica tanto en cada uno de sus sacerdotes como en los más altos cargos de su jerarquía: en los obispos y en el mismo Papa. Obras son amores …

Los seminarios y los conventos se están quedando sin vocaciones. Por algo será. Es frecuente el caso de curas que tienen que atender más parroquias de las que pueden. Ya no alcanzan a decir misa todos los domingos en cada una de ellas. Se dedican casi exclusivamente a enterrar muertos.  Entonces, ¿en qué queda aquél mandamiento de que es obligatorio oír misa todos los domingos y fiestas de guardar? Pero su dura cerviz no le permite tomar las medidas que los nuevos tiempos le reclaman. No obstante, parece que con el Papa Francisco soplan aires más frescos. También es cierto que es objeto de una fuerte oposición a sus intentos de renovación y limpieza.

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