Alma humana y Dios no existen, porque lo dicen algunos neorólogos
En el suplemento de la Nueva España Siglo XXI, fecha 21-08-2011, se publica una entrevista de Myriam Mancisidor con el neurólogo Francisco Mora, catedrático de Fisiología Humana en la Universidad Complutense de Madrid. Reduce la conciencia humana a meras neuronas. El alma no existe. Dios no existe. El único conocimiento verdadero se reduce al conocimiento científico verificable.
El leerlo me produjo cierta indignación intelectual por las afirmaciones dogmáticas de este científico, afirmaciones que son muy frecuentes en quienes desconocen los fundamentos mismos de la ciencia que profesan. Es un fenómeno que se repite una y otra vez entre científicos que desconocen todo lo que está más allá de lo que en su limitado campo de investigación existe. Cuando descubren algo “nuevo” en ese pequeño campo ya se creen en posesión de la “verdad” o del único camino que conduce a la “verdad”, como expresamente afirma Francisco Mora en esta entrevista.
Jacques Monod, premio Nobel de Bioquímica, ya cayó en el mismo error hace bastante tiempo. Recuérdese su libro El azar y la necesidad y también el caso de Stephen Hawking y Mlodinov en su libro Brevísima Historia del Tiempo. A éstos últimos respondo en mi libro El baile de la ciencia y la metafísica[1]. Convierten a la “ciencia” en una especie de nueva diosa omnisciente, capaz de comprender y explicar toda la realidad, física y metafísica, si no ya ahora, al menos en el futuro, olvidándose o desconociendo los pies de barro de su propia ciencia: los postulados, que ni son evidentes ni demostrables. No les vendría mal leer la Crítica de la razón pura de I. Kant, para redescubrir los límites intrínsecos al conocimiento científico
La neurobiología está de moda y algunos científicos se dedican a pontificar como si con ella tuvieran ya en sus manos la clave para explicar toda la realidad. Leyendo la entrevista de Francisco Mora, uno no sabe si quien habla es una persona o es un conjunto de neuronas que hablan sobre sí mismas, que han investigado sobre sí mismas y se han descubierto a sí mismas. Un conjunto de neuronas autoconscientes, que lanzan dogmáticamente todas las afirmaciones de la entrevista.
Ellas dicen de sí mismas que esa autoconciencia suya es el único camino hacia la “verdad”. No explican de qué tipo de verdad se trata. Su frase más solemne dice así:
Los científicos tenemos el único instrumento, el único, que nos puede aproximar a eso que nunca alcanzaremos y que se llama verdad. No es la fe, no es el Yo pienso… Nosotros contrastamos primero con una observación, luego experimentamos, creamos hipótesis… Sólo así se alcanza el verdadero conocimiento.
Esas neuronas no aclaran en qué consiste esa verdad a la que su ciencia les aproxima. Tal vez no sepan en qué consiste, porque aún no han llegado a ella. Tampoco se entiende que se aproximen a ella, si no saben aún en qué consiste.
Lo que sí dejan claro es que sólo hay un camino hacia esa verdad: el de observación-experimento-hipótesis-verificación. Ese es el único camino hacia el “verdadero conocimiento”. Por lo visto, sólo hay un “verdadero conocimiento”. Eso es lo mismo que afirman las religiones que esas neuronas niegan. Se trata de un viejo “dogma científico”, muy parecido al dogma religioso que defiende la posesión en exclusiva de la Verdad Absoluta. Sin embargo, grandes científicos como el mismo Einstein, o historiadores y filósofos de la ciencia como Karl Popper no comparten es creencia del Dr. Mora.
Pobre visión de la realidad, si sólo existe aquello que podemos observar, someter a experimento y explicar con ese método, cuando la misma ciencia dice, por otra parte, que más del 95% de la realidad es materia oscura (que no vemos) y energía oscura (que no podemos experimentar).
Pero esas neuronas, tan conscientes de sí mismas, no son conscientes de que su observación, sus experimentos y sus explicaciones están cargadas de prejuicios culturales de todo tipo, de un saber previo categorial que se fue gravando en ellas mismas desde que nacieron. No son conscientes de que ese saber previo adquirido a lo largo de su vida condiciona enormemente su propia autoconciencia, sus propias observaciones y sus conclusiones científicas.
Esas neuronas de Francisco Mora parecen desconocer los postulados en que se basa todo saber científico. ¿Acaso alguien ha podido demostrar el quinto postulado de Euclides: por un punto exterior a una recta sólo pasa una paralela y sólo una? ¿Alguien pudo demostrar el postulado base de las geometrías no euclidianas: por un punto exterior a una recta pasan infinitas paralelas? Se podrían citar otros muchos postulados, que las neuronas de Francismo Mora parecen no tener en cuenta.
Otra de sus afirmaciones dogmáticas dice así: “Todo tiene una explicación biológica”. Cabe preguntar: ¿Y el inmenso Universo que carece de vida también tiene una explicación biológica? Es verdad, sin embargo, que su afirmación se refiere a la explicación de cómo puede explicar el cerebro la belleza. Se puede interpretar también que su afirmación se refiere a todos los productos culturales del ser humano, incluida la misma teoría neurológica del Dr. Mora.
Pero seguidamente, lanza otra atrevida afirmación en respuesta a la misma pregunta:
Pues mire si es crudo y real: a través de la evolución se ha sacado la conclusión de que la asimetría se corresponde con infecciones e infertilidad. Lo que los seres humanos hemos embellecido y hemos sacado en las filosofías a un nivel de excelsitud está extraído todo de nuestro proceso biológico de la evolución, todo.
No sé si se refiere a la asimetría de nuestro cerebro, que tiene dos hemisferios: el derecho y el izquierdo, que ejercen funciones diferentes. Lo que menos se entiende es que establezca una correspondencia entre “la asimetría”, por un lado, y las infecciones y la infertilidad, por otro. Si se refiere a la belleza basada en la simetría, eso demuestra que desconoce el concepto de belleza en las culturas bantúes y negroafricanas en las que la simetría brilla por su ausencia. La simetría es la característica del concepto de belleza griego y renacentista, pero está ausente en la mayoría de las culturas de la humanidad.
Lo que sí parece claro es que atribuye al proceso de la evolución toda la creación cultural del hombre. Pero eso es afirmar tanto que no dice nada. Evidentemente, si el hombre no hubiera alcanzado el grado de evolución del cerebro que tiene, no sería capaz de muchas de sus creaciones culturales. Pero eso tampoco explica si en esas creaciones culturales intervienen otros factores, aparte de los biológicos.
En cuanto a nuestra relación con los animales, en concreto con el chimpancé, afirma dos cosas que parecen contradecirse. Por un lado dice que “las diferencias son tan grandes que el chimpancé no puede ni aproximarse de lejos a lo que el ser humano percibe…” y que los chimpancés “no son niños con pelo”. Por otro, para negar la existencia del alma, afirma que “el ser humano es un ser biológico enteramente consustancial con todos los animales”. Para que no haya contradicción, hay que suponer que lo que nos diferencia de los animales es sólo cierta cantidad de neuronas y de relaciones entre ellas. Por lo visto, lo que no se puede cuantificar no existe para las neuronas del señor Mora.
Esta tesis la confirma cuando se le pregunta por la existencia del alma y de Dios. Dice del alma:
Si nos referimos al alma, no hay alma. El cerebro son neuronas con los que nacemos y morimos.
La lógica falla: Del hecho de que el cerebro sea un conjunto de neuronas, que nadie lo niega, no se sigue la no existencia del alma. En cualquier caso, habría que aclarar qué se entiende por “alma”, para saber qué es lo que se quiere negar. Si al analizar el cerebro pensaba el Dr. Mora que iba a encontrar el alma como una neurona más o como no se sabe qué sustancia material, entonces es lógico que niegue su existencia.
Seguidamente utiliza un argumento de autoridad: el budismo. Parece que sólo conoce el budismo de oídas. Dice de él que “no concibe el alma” y que “no concibe el ego del yo”. Si el budismo no concibiera el alma, ¿entonces qué sentido tiene uno de sus dogmas fundamentales: el de la reencarnación? ¿Qué es lo que se reencarna, cuando un cuerpo humano y su cerebro mueren y se descomponen? Si no existe el alma, ¿qué sentido tiene toda la lucha del budista por alcanzar el Nirvana? ¿Qué es lo que va al Nirvana: un monje con sandalias y túnica roja?
También afirma del budismo que no tiene Dios. Eso sólo se puede afirmar desde una total ignorancia de la teología budista, de su mística y de su doctrina del Nirvana. Se puede leer al respecto textos del Dr. Panikkar sobre el ateísmo en el budismo.
En cuanto a la existencia de Dios sorprende con qué atrevimiento responde a la pregunta. “Dios es un constructo que ha hecho el hombre”, afirma. Confunde lo que el ser humano dice de Dios, poniéndole toda clase de nombres, con el ser trascendente a lo que esos nombres se refieren.
El simplismo de su respuesta pone de manifiesto su ignorancia teológica. Dice: “¿Dónde está ese Dios para contrastarlo?” El concepto de Dios como Ser Absoluto de la filosofía y de la teología no puede, por concepto, hallarse en ningún “donde”, en ningún sitio, para poder “contrastarlo”. Si fuera así, ya no sería Dios. Su existencia o no existencia sólo puede ser objeto de creencia, nunca una conclusión científica. Nadie pudo nunca demostrar su existencia ni tampoco su no existencia. Lo uno y lo otro sólo puede ser objeto de fe.
También cita a Kant, como argumento de autoridad. Pero, como en el caso del budismo, pone de manifiesto que de Kant conoce muy poco. La Idea de Dios en Kant, lejos de ser “inútil” como afirman las neuronas de Mora, es la Idea fundamental de toda su filosofía. Es verdad que, según el mismo Kant, la existencia de Dios no se puede demostrar, como tampoco su no existencia. Pero de ahí a decir que, según Kant, es una idea inútil va un largo trecho.
[1] Jesús Avelino de la Pienda: El baile de la ciencia y la metafísica. Respuesta a Stephen Hawking. BIBLIOTECA NUEVA. Madrid 2008.