EXPULSAR DEMONIOS. Rito católico

 

EXPULSAR DEMONIOS

Rito Católico

Expulsar demonios es un rito católico plenamente vigente, que resulta extraño e incluso ridículo en los tiempos en que vivimos.

Los Evangelios del cristianismo destacan la capacidad de expulsar demonios como uno de los distintivos de Jesús de Nazarez. Tenía poder sobre todos los espíritu malignos lo que se considera como una prueba entre otras de su divinidad. Según estos libros sagrados, Jesús trasmitió ese poder de expulsar demonios a sus discípulos.

Parece que el poder de expulsar demonios se debiera trasmitir a todos los clérigos de la Iglesia, ya que todos son enviados de Jesús. Pero ese poder se restringió a los obispos quienes, a su vez, nombran sacerdotes delegados para aplicarlo.

Los textos:

Marcos 6, 7-12

Llamó a los doce y los fue enviando de dos en dos, confiriéndoles poder sobre los espíritus inmundos, Les encargó que no llevaran más que un bastón; ni pan ni alforja, ni dinero en la faja. Calzaos sandalias, pero no llevéis dos túnicas.

Les decía: Cuando entréis en una casa quedaos allí hasta que os marchéis. Si un lugar no os recibe ni os escucha, salid de allí y sacudíos los pies para que les conste. Se fueron y predicaban que se arrepintieran; expulsaban muchos demonios, ungían con aceite muchos enfermos y los curaban.

Mateo 10, 1:

Y llamando a sus doce discípulos les confirió poder sobre espíritus inmundos, para expulsarlos y para curar toda clase de enfermedades y dolencias.

-Comentario de J. Antonio Pagola:[1]

Pagola resume así el encargo que Jesús da a sus discípulos:

En concreto, Jesús les da el poder no para imponerse a las gentes, sino para expulsar demonios y curar enfermedades y dolencias. Estas será las dos grandes tareas de sus enviados: decir a la gente lo cerca que está Dios y curar a las personas de todo cuanto introduce mal y sufrimiento en sus vidas.

 

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Jesús muestra su poder para expulsar demonios.                                                                          ………………………………….

Mi análisis e interpretación

En primer lugar, me reafirmo en la negación de la existencia del Diablo y demás espíritus malignos[2]. El tema de los ángeles malos representados en el llamado Demonio (Lucifer, Satanás, Diablo, Belzabú, Iblis en el islán, Ahrimán en la doctrina de Zaratustra, etc) o  en otras fuerzas del mal como quiera que se les llame está presente en los mitos de los orígenes de muchas religiones y está vigente en muchas de ellas. Es un hecho muy presente en las religiones tradicionales africanas.

El recurso a este tipo de personajes refleja el esfuerzo humano por explicar el origen del mal y su presencia en toda la historia de la humanidad. Ya explico en mi artículo citado que el recurso al Diablo o Demonio es innecesario para tal explicación.

Lo es, porque el verdadero origen del mal hay que ponerlo en la libertad con la que el Creador dotó al hombre. Éste es el único ser vivo que tiene la capacidad de elegir conscientemente entre el bien y el mal. Él es el responsable del mal en su sociedad. Del mal moral, se sobreentiende. El mal físico tiene otra explicación: las leyes de la Naturaleza, que el ser humano puede conocer y evitar los daños que le puedan causar. Para eso tiene la capacidad de desarrollar sus diversas ciencias sobre ella.

 

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Gabriele Amorth. exorcista oficial del Vaticano, dice haber expulsado más de 70.000 demonios.                                                  …………………………..

Por todo lo dicho, creo que el texto que dice que Jesús envía a sus discípulos a expulsar demonios debe ser leído de otra manera.  Tomarlo al pie de la letra resulta incluso ridículo. No me imagino a sus discípulos expulsando demonios como si éstos fueran una plaga. Tampoco los imagino curando enfermedades por arte de birlibirloque.

Expulsan otros tipos de demonios: liberar a las personas de miedos, de falsas creencias, de falsas culpabilidades y falsos pecados, como las de creer que todos sus males son fruto de supuestos pecados personales:  Se trata de decirle a un paralítico que su parálisis no es castigo divino por un pecado suyo, como se hacía creer por parte de la clase sacerdotal del Templo; que la enfermedad no es culpa suya ni refleja que Dios está muy lejos de él; decirle a un leproso que su alejamiento de la sociedad no significa en absoluto un alejamiento de Dios; decirle a una prostituta que no está condenada para siempre y que, si cambia de vida, Dios la perdona de todo corazón y que socialmente pasa a ser una persona tan digna como las demás, etc., etc. Eso sí que es expulsar demonios. Decirles que Dios está muy cerca de ellos y que incluso son sus preferidos, eso sí que es expulsar demonios

Esos son los verdaderos milagros que hace Jesús y para los que da el poder a sus discípulos. Se trata de liberar las conciencias de los más marginados de falsas y oprimentes culpabilidades y de darles la noticia de que el Padre está especialmente cerca de ellos.

La cercanía del Padre no depende de la clase sacerdotal ni de los ritos del Templo. Probablemente, los campesinos, que Jesús conocía tan al detalle, no tenían tiempo ni medios para acudir al templo, ofrecer las primicias de sus cosechas y cumplir con otras obligaciones rituales.

Jesús paseaba por sus sembrados y viñedos. Conocía muy bien sus penosos trabajos y la explotación de que eran objeto por parte de los terratenientes. Conocía la vida de los pastores y sus preocupaciones. Ellos eran los pobres. Los terratenientes, los ricos que, además, sí podían cumplir sin mayores apuros las obligaciones con el Templo y la clase sacerdotal.

Yo pregunto: ¿Por qué actualmente los sacerdotes y misioneros no expulsan demonios con tanta frecuencia y efectividad como las que se atribuyen a Jesús y sus discípulos de aquellos tiempos?

Actualmente la Iglesia católica exige que alguien, para poder ser declarado santo, debe haber realizado algún milagro. Se nombra a un instructor, que analiza la vida del futuro santo y si realmente hizo algún milagro. Lo que me llama la atención es que esos milagros son muy difíciles de verificar. Y los informes del instructor al respecto mistifican la supuesta acción milagrosa de manera que pueda ser presentada como milagro.

Yo pregunto una vez más: Si las enfermedades se pueden curar milagrosamente, ¿Por qué no se utiliza más esa capacidad? !Mira que hay enfermedades¡ Y muchas especialmente dolorosas. ¡Mira que no hay disminuidos e incapacitados físicos¡ Basta observar los Juegos paralímpicos.

Hay que tener en cuenta la bien conocida tendencia de la gente a ver milagros en acontecimientos que no comprenden. Hay apariciones de la Virgen María por todas partes. Son muchos los santuarios ligados a alguna de esas apariciones. En ellos se acumulan amuletos de todo tipo. Se les  suele atribuir la capacidad de hacer milagros o, al menos, se espera que los hagan. Se espera de ellos una protección personal contra alguna forma del mal. Esta es una creencia muy poderosa en las religiones tradicionales africanas. En este aspecto, las creencias populares de muchos creyentes católicos no se diferencian de ellas.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que la doctrina sobre el Diablo y los ángeles malos no es original del cristianismo. Es una de las influencias más importantes de la doctrina de Zaratustra sobre ese tema, que se trasmitió a través del judaísmo. Zaratustra también padeció las tentaciones de los ángeles malos.

La figura del Diablo es central en el mito del Pecado Original, de tanta trascendencia en la teología católica. Un mito que actualmente es insostenible, como ya explico en otras publicaciones[3].

Por eso creo que el pasaje de las tentaciones por el Diablo a Jesús en el desierto es un tema añadido por la comunidad cristiana para resaltar la diferencia entre la doctrina de Jesús y otras dominantes en aquellos tiempos. Era muy frecuente hablar de endemoniados o poseídos por malos espíritus. Esta doctrina aún es muy fuerte en las religiones tradicionales africanas. Los malos espíritus pueden estar presentes en personas y en fenómenos de la Naturaleza.

Muy relacionado con el tema de los demonios es el hecho de que la Iglesia Católica tenga sus exorcistas, sacerdotes especialmente delegados para ese oficio. Hay, además, una escuela en el Vaticano para la formación de estos sacerdotes, especialistas en la expulsión de demonios. ¡Verdadero ridículo en estos tiempos! El Vaticano tiene un Exorcista oficial. Hasta hace poco lo fue  Gabriele Amorth. Él mismo dijo que había expulsado más de 70.000 veces al demonio de personas endemoniadas.

El rito oficial para el exorcismo se recoge en el libro RITUAL DE EXORCISMO Y OTRAS SÚPLICAS,  aprobado por la Conferencia Episcopal Española (Edit. Libros Litúrgicos, Madrid, mayo 2o23). Se trata de una doctrina plenamente vigente en la Iglesia Católica.

La autoridad que tiene el poder de exorcizar es el Papa en nombre de Jesucristo. Éste lo delega en los Obispo y éstos, a su vez, lo pueden delegar en una sacerdote, que suele estar preparado para este rito.

Esta liturgia del exorcismo se fundamenta en la creencia en la existencia del Demonio y otros espíritus malignos. El libro citado dice:

Realícese el exorcismo de tal manera que refleje la fe de la iglesia, y nadie pueda considerarlo como una acción mágica y supersticiosa. Hay que e vitar que se convierta en un espectáculo para los presentes. Nunca se admita a ningún medio de comunicación social mientras se realiza el exorcismo, ni tampoco antes de llevarlo a cabo y una vez celebrado, ni el exorcista ni los presentes divulguen la noticia, guardando la debida discreción.

Como se puede ver, el secretismo es parte del rito. No se quieren testigos. El diagnóstico de la posesión diabólica lo hace el exorcista. Sólo él y el endemoniado son testigos de todo el rito. No se quiere que se tome como un rito mágico o una superstición. Sin embargo, todo el rito cumple perfectamente las características de un rito mágico.

El exorcista debe determinar que no se trata de un problema médico o psicológico, sino de una enfermedad sobrenatural.

El ritual consta de.

-una repetición de oraciones y órdenes de expulsión al diablo; Es muy conocida la expresión Vade retro, Sátana, mostrando ostensiblemente la cruz ante el poseído,

-mostrando objetos que repelen al Diablo como crucifijos, reliquias, agua bendita. etc., El agua debe ser previamente bendecida para que adquiera el poder de expulsar el demonio. Piénsese también en la multitud de medallas y escapularios que se utilizan como defensa mágica contra los malos espíritus, la mala suerte, etc.;

-en algunos casos se requiere ayuno y oración.

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Rito oficial del exorcismo católico                                               ………………………….

Se trata de un fenómeno muy similar al de los embrujados en muchas religiones como las tradicionales africanas. El embrujado es un verdadero endemoniado. Tienen sus ritos correspondientes y sus especialistas para arrojar los malos espíritus. El exorcismo católico es, por tanto, un elemento más  que no lo distingue de otras religiones y que, a mi entender, no pertenece al mensaje de Jesús en absoluto.

Ya explico en otro artículo que la existencia del Demonio y otros ángeles malos no es necesaria para explicar el mal moral en la historia de la humanidad. (Véase en mi web el artículo El problema del mal). PROBLEMA DEL MAL (II).Me resulta bastante ridículos las creencias en la existencia del Demonio y el poder sanador del exorcismo. Dicen que no es magia, pero cumple todas las condiciones.

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S. Justino mártir utilizó el supuesto  poder de expulsar demonios como argumento para demostrar la verdad del cristianismo. Véase su Apología .      ……………………………

S. Justino mártir utilizó el supuesto poder de expulsar demonios como argumento para demostrar que el cristianismo era la verdadera religión y que Jesucristo era la encarnación del Logos divino, es decir, de Dios mismo. A este respecto destaca su Apología dirigida a los césares. Su argumentación fue seguida por otros muchos apologetas cristianos.

Por otra parte, hay otro hecho muy ligado al de expulsar demonios. Es el hecho de toda clase de amuletos que utiliza la gente de todas las culturas, para ahuyentar los malos espíritus. Los cristianos usan un gran número de escapularios, imágenes, cruces, pulseras, etc. con esa finalidad. Todos estos fenómenos culturales-religiosos se apoyan en la creencia en la existencias de los espíritus malignos o demonios.

Esta existencia es expresamente fomentada por la clase sacerdotal de cada religión. Y es que forma parte del fomento de su poder religioso. Los sacerdotes tienen un poder sobrenatural. Dentro de este poder sobrenatural está también el poder sacramental. En el rito de la Confesión ejercen el poder divino de perdonar los pecados en nombre de Dios. En el rito de la Eucaristía tienen el poder de transformar el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Jesús. Y así en todos los sacramentos y sacramental.

El exorcismo no es propiamente un sacramento. La Iglesia lo llama sacramental. Los sacramentales los crea la Iglesia misma. Los sacramentos los instituyo Jesús. Sin embargo, en los dos casos se trata de ejercer un poder sobrenatural, que sólo un obispo u sacerdote por él delegado lo puede ejercer.

 

 

Mi conclusión

No temas al Demonio.
No existe.
Teme, por el contrario, al mal uso de tu propia libertad.
El Demonio sólo es un comodín que crea el hombre para zafarse de su propia responsabilidad en la existencia del mal en su sociedad.

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[1] Jesús. Aproximación histórica. PPC, Editorial y Distribuidora, SA. Madrid 2013, pp.306-307.

[2] Véase artículo en mi web titulado El problema del mal.

[3] Véase en mi web el artículo Jesús y su divinidad como creación humana.

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